La Kejilah de Yhwh se fundó en el shabbaton
anual llamado Shavuot, “Pentecostés” o “fiesta de las primicias.” También se denomina la “fiesta de las semanas,” como indica su nombre hebreo "shavuot."
Como veremos ahora, la original y legítima Iglesia o Asamblea de Yahushua del Berit Kjadashá continuó guardando este sábado anual año tras año. Yhwh instituyó dicha festividad para su pueblo a fin de revelarle y de mantenerlo constantemente informado de que el designio actual es meramente la primera “siega de almas”.
Tal como se ha explicado, Yhwh instituyó sus días santos
anuales con un propósito: que sus hijos tuvieran siempre presente
y entendieran el gran plan divino.
Para este fin, Yhwh empleó las siegas anuales de la antigua
Israel como representación de la siega espiritual de almas.
En la Tierra Santa se producen dos cosechas al año. Primero,
la siega de granos en la primavera, y luego la de otoño. Los días
santos de Yhwh tienen por objeto figurar para su Iglesia, año
tras año, el hecho de que sólo aquellos llamados por Él mismo
durante esta época podrán convertirse en sus hijos engendrados
ahora. Y nosotros somos apenas los primeros frutos, o las primicias,
de la gran siega espiritual.
La gavilla
Volvamos al pasaje central donde se resumen todos los días
santos: Levítico 23. En este capítulo encontramos todas las moedim/fiestas de Yhwh proclamadas como santas convocaciones. Primero se cita el día de convocación semanal, el sábado, el séptimo de la semana.
A partir del versículo 4 se enumeran los siete períodos anuales cuando hay fiestas de reunión obligatoria y normalmente no se puede trabajar en nada, “a las cuales convocaréis en sus tiempos”. La primera de ellas es la Pesakj y los Días de los Panes Sin Levadura, con sus dos shabbatot anuales. En el versículo 9 comienzan las instrucciones para la ofrenda de la gavilla.
Los israelitas no podían recoger nada de esta primera
cosecha de grano hasta el día citado (versículo 14). Luego, el día
después del shabbat de los panes sin levadura, en una ceremonia solemne del sacerdocio levítico (los ritos eran meros sustitutos y por eso no se practican hoy), se cortaba la primera gavilla y se presentaba al sacerdote, quien la mecía solemnemente delante de Yahweh Elojim para que Él la acceptase por ellos.
Esto representa al Cristo resucitado ascendiendo al cielo para
ser aceptado por su padre como el primer ser humano realmente
nacido de Dios: ¡la primicia de la primera siega de almas! Si comparamos
Juan 20:17 con Mateo 28:9, veremos que Cristo se presentó
ante el Padre a la mañana siguiente de su resurrección (1
Co. 15:20; Ro. 8:29; Col. 1:15, 18). La ofrenda de la gavilla tenía
lugar la mañana después del primer sábado de los días de los panes sin levadura.
Cómo Calcular Pentecostés
Luego, viene Pentecostés. La palabra es de origen griego y aparece
en el Nuevo Testamento pero no en el Antiguo. Significa
“quincuagésimo (día)”. En el Antiguo Testamento esta festividad se
llama “Fiesta de las primicias” y “Fiesta de las semanas”.
Tomemos nota de las instrucciones que comienzan en
Levítico 23:15: “Y contaréis desde el día que sigue al día de reposo,
desde el día que ofrecisteis la gavilla de la ofrenda mecida; siete
semanas cumplidas serán. Hasta el día siguiente de la séptima semana
contaréis cincuenta días”. ¡Este quincuagésimo día es Pentecostés!
“Y convocaréis en este mismo día santa convocación; ningún
trabajo de siervos haréis; estatuto perpetuo en dondequiera que
habitéis por vuestras generaciones” (versículo 21).
Los demás días santos o festividades caen siempre en días o
meses específicos. Pero este día de reposo anual debe establecerse
contando. Es muy sencillo y muy claro.
Es de suma importancia que calculemos el día correctamente.
Sólo éste ha sido santificado por el Creador. ¿Qué habría ocurrido
si cuando se fundó la Ekklessia los apóstoles hubiesen
contado mal? “Cuando llegó el día de Pentecostés” (Hechos
2:1) en vez de estar todos unánimes juntos, habrían estado desunidos,
pues algunos habrían guardado el día anterior y otros
estarían esperando hasta el día siguiente.
Citamos nuevamente el Misnáh, donde se refiere a la costumbre
correcta que se había seguido en Jerusalén antes de que los
fariseos tomaran el control: “[Los boetianos dicen:] Pentecostés
siempre cae el día después del sábado” (Chagigáh, 2, 4).
Esto deja muy en claro el significado de Levítico 23:15, 16: “…
siete semanas cumplidas serán. Hasta el día siguiente del séptimo
sáabado contaréis cincuenta días”.
Deuteronomio 16 : 9
La manera de contar hasta Pentecostés aparece quizá más claramente
en Deuteronomio 16:9-10. “Siete semanas contarás;
desde que comenzare a meterse la hoz en las mieses comenzarás
a contar las siete semanas. Y harás la fiesta solemne de las
semanas [Pentecostés]…”
Este modo de contar también se menciona en Números 28:26:
“Además, el día de las primicias [Pentecostés], cuando presentéis
ofrenda nueva al Eterno en vuestras semanas, tendréis santa
convocación; ninguna obra de siervos haréis”.
Puesto que se contaban siete semanas, la festividad de
Pentecostés llegó a conocerse también como la “fiesta de las
semanas” (Dt. 16:10), y aun se menciona en el Nuevo Testamento
como “el día de las semanas”. Aunque la mayoría de las versiones
oscurecen el significado de la expresión al traducirla “día
de reposo”, el día al cual se refieren Lucas 4:16, Hechos 13:14 y
Hechos 16:13 realmente es Pentecostés.
Lucas, compañero de Pablo, es el autor de los tres pasajes
donde se habla del “día de las semanas”, aunque también se vale
del término “Pentecostés” en otras partes. ¿Por qué? Recordemos
que Pentecostés significa realmente “quincuagésimo (día)”.
Cuandoquiera que Pablo o Lucas escribieran “Pentecostés”, no
estaban nombrando un día sino contando el día quincuagésimo.
La Pascua simboliza el sacrificio de Cristo para la remisión de
nuestros pecados, y los días de los panes sin levadura representan
la expulsión del pecado. Pentecostés representa la primera
parte de la siega espiritual, el llamamiento de la verdadera Ekklessia,
de los llamados. Aquel día; el Espíritu Santo llegó a morar dentro de la
carne tal como profetizó Joel.
El quincuagésimo día (Pentecostés), en la época del Antiguo
Testamento, se sacaban de las habitaciones de la congregación
dos panes para “ofrenda mecida” (Lv. 23:17, 20), como primicias
para Dios. De la misma manera, la Asamblea del Nuevo Testamento
fue cosechada de este mundo, como primicia de su salvación, en
cumplimiento del simbolismo de los panes mecidos.
Todos los que hayamos sido convertidos formamos parte de
esta Asamblea del Nuevo Testamento. Formamos parte de lo simbolizado
por aquellos panes.
Y así como la gavilla se levantaba y se mecía, algunos opinan que esto figura unicamente la ascensión de Cristo al cielo y su regreso, de la misma manera se levantaban y mecían los panes como símbolo de que nosotros
también abandonaremos esta Tierra, durante un momento,
cuando subamos “a recibir al Señor en el aire” (1 Ts. 4:16, 17) para
luego regresar con Él al monte de los Olivos, donde comenzará
su gobierno milenial (Hechos 1:11; Zac. 14:3-4).
La Mayoría Aún Sin Llamar
Dios no ha repudiado a su pueblo, Israel, sino que "cerró" sus
ojos durante cierto tiempo para que, a través de su caída, fueran
salvados los gentiles. Estos, a través de Jesucristo, son injertados
individualmente o adoptados espiritualmente en la familia de
Israel (Rom. 11).
Este es el designio cuando El Padre Creador llama a un pueblo para su
nombre, para que sean reyes y sacerdotes y reinen sobre la Tierra
con Cristo durante mil años (Ap. 5:10).
“Después de esto [después de este designio de sacar de los
gentiles un pueblo para su nombre] volveré [promete Dios. ¿Para
qué?] Y reedificaré el tabernáculo de David, que está caído; y repararé
sus ruinas, y lo volveré [Cristo, no los hombres] a levantar”.
¿Con qué propósito? “Para que el resto de los hombres busque
al Señor”. (Hechos 15:14-17. ¡Estudie esto de nuevo!)
Durante la época eclesiástica actual, los descendientes de la
antigua Judá y de la antigua Israel están ciegos.
Luego, Cristo regresará y entonces el resto de los hombres, tanto Israel enceguecida como los gentiles, buscará al Señor, cuando Satanás esté encadenado y Cristo gobierne como Rey de reyes y Señor de señores.
Quienes constituyan la primicia de su salvación reinarán con
Él, inmortalizados, como reyes y sacerdotes en la maravillosa
obra de construir una nueva civilización.
Lo que usted debe saber
sobre Pentecostés
Durante la época actual la mayoría de los israelitas continuarán
ciegos hasta que haya entrado en pleno la epoco de los
gentiles; y así (Ro. 11:26) todo Israel será salvado del pecado;
porque el Libertador, Cristo, vendrá de Sion. Todo Israel se arrepentirá
y será salvo. ¿Cómo? Porque Cristo apartará la impiedad
de los israelitas mortales al perdonar sus pecados.
Ahora, en este designio, Israel no ha creído y el tabernáculo
de David ha caído (Ro. 11:31-32), a fin de que ellos, también,
alcancen entonces misericordia, por la misericordia concedida a
los gentiles y a los pocos “elegidos” de Israel, en esta época y que
entonces serán reyes y sacerdotes con Cristo.
¡Cuán extraordinario es el plan de redención divino, cuando
lo comprendemos y lo vemos representado en estas fiestas anuales!
Sólo la primera siega por ahora
En Santiago 1:18 y Romanos 8:23, por ejemplo, los santos de este
designio son llamados las primicias de la salvación de Dios. Tal
designio, y la selección de estas personas para portar su nombre,
comenzaron el día de Pentecostés, la fiesta que representa, cada
año, este magno acontecimiento, este gran designio “misterioso”
en el plan de redención.
Notemos también que estas festividades, los panes sin levadura
y Pentecostés, caen al comienzo del año, y que los grandes
hechos que ellos simbolizan tuvieron lugar en el comienzo del
plan de salvación.
La serie de días santos que llegan al FINAL del año simboliza
hechos extraordinarios en el plan divino, los cuales aún no han
sucedido, pues tendrán lugar al final del designio. Todos caen
dentro del séptimo mes, ¡y con su cumplimiento se introducirá
el séptimo milenio desde la creación!
Las iglesias de este mundo enseñan que es misión de la Iglesia
salvar a la humanidad. Nos dicen que todos los que han de ser
salvos lo serán ahora, en el designio actual. Enseñan que el “período
de prueba” SE CIERRA a la segunda venida del Mesías o antes.
Si eso fuera cierto, ¡qué fracaso sería el plan divino! Son muy,
muy pocos los que realmente han sido salvados en este designio.
La tercera parte de los seres humanos que hoy habitan la Tierra
Colosenses 2:16 se escribió a manera de advertencia para los
cristianos gentiles de Colosas con el fin de protegerlos contra
falsos maestros, los cuales desvirtuaban insidiosamente el mensaje
de Pablo. Note lo que el apóstol escribió: "nadie os juzgue en
comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o
días de reposo" (Col. 2:16).
En el griego original, las palabras "en comida o en bebida"
son en broosei y en poseí, que significan "en el comer y en el
beber".
En ninguna parte se habla de eliminar la Ley del Elohim de Israel ni sus
días santos. En estos versículos no se deroga nada. Todo lo contrario:
el hecho de que se criticara a los colosenses respecto a
su celebración de estos días demuestra que verdaderamente los
estaban celebrando. ¿Cómo se les podía criticar "en cuanto a"
días que no estaban guardando?
Los colosenses, anteriormente paganos, nunca antes habían
observado estos días. Fueron paganos hasta el día de su conversión.
Después de haber escuchado el Evangelio comenzaron a
celebrar las fiestas que Dios santificó. Pablo les advierte que no
vuelvan a sus viejas costumbres paganas ni se dejen influenciar
por ellas—las costumbres de quienes odiaban la Ley de Dios y
sus festividades.
"Por tanto, nadie os juzgue…" (versículo 16) en estas cosas,
dijo Pablo, "pero [sino, es la traducción correcta] el cuerpo es de
Cristo" (Col. 2:17, última parte).
Colosenses
2:16
Este versículo ha perturbado a muchos. Sin embargo, tiene
una explicación lógica. La palabra es aparece en bastardilla en
algunas versiones, porque no consta en el texto original griego, el
cual solamente dice: "sino el cuerpo de Cristo''. ¿Qué es el cuerpo
de Cristo? ¿Cómo emplea Pablo esta expresión en Colosenses?
Lea el capítulo 1. En el versículo 18 encontramos que
Cristo "es la cabeza del cuerpo que es LA IGLESIA". Vea también
Colosenses 2:19.
La verdadera "Iglesia de Dios" mencionada en la Biblia es el cuerpo de Cristo.Así como el Espíritu de Dios moró en el cuerpo terrenal de
Jesucristo, el Espíritu Santo mora hoy en cada miembro de la
Ekklessia y juntos los miembros constituyen un cuerpo, el cual
realiza la misma obra que Cristo realizó. Así, ¡la Iglesia es el
cuerpo de Cristo hoy! Y Cristo es la cabeza lo mismo que el
marido es cabeza de la mujer (Efesios 5:23).
En la carta a los colosenses Pablo declara que ninguna
persona desautorizada debe juzgar la conducta de un verdadero
cristiano. No es el hombre quien determina cómo
debemos vivir, sino que es responsabilidad de la Iglesia, el
cuerpo de Cristo, determinar sobre estas cosas. La Iglesia ha
de enseñar cómo se guardan las fiestas, y explicar el significado
del dominio propio en las comidas y las bebidas, etc.
Estos versículos tan poco comprendidos deberían traducirse más
claramente: "Por tanto, nadie os juzgue … sino el cuerpo de Cristo".
Que el Cuerpo de Cristo juzgue sobre estas materias de la Iglesia.
La mayor parte de la humanidad ni siquiera han oído pronunciar el único nombre por el cual podemos ser salvados.
¿Será posible, pues, que la mayoría de los hombres estén
perdidos para toda la eternidad … condenados porque jamás
tuvieron la oportunidad de escuchar el mensaje de salvación? El
concepto más generalizado es que Dios ha repudiado a Israel, su
pueblo, y que éste se halla perdido y condenado para siempre.
Si estuvieran guardando los días santos anuales, que son obligatorios
eternamente y que sí fueron observados fielmente por
la Iglesia del Nuevo Testamento, como consta en el Libro de los
Hechos y en la historia eclesiástica, entonces habrían comprendido
claramente el maravilloso plan divino.
No es nuestra misión convertir al mundo entero en esta
época sino revelar el Evangelio. ¿Cuál Evangelio? La buena
nueva del Reino. ¡La buena nueva de los mil años de restitución
de todas las cosas, cuando regrese Cristo a reinar, investido de
gran poder y gloria!
Debemos entender que en esta era Israel ha sido cegado parcialmente--
pero sólo hasta que se cumpla el designio para con
los gentiles. Durante esta era, sólo una minoría de los gentiles:
de los chinos, de los pueblos de Rusia y la India, han escuchado
siquiera el nombre de Cristo.
La buena nueva del Reino venidero debe ser predicada como
testimonio. Muchos han sido llamados durante esta época, pero
muy pocos han sido escogidos y son aun menos los que han permanecido
fieles hasta el final.
Los individuos escogidos para su nombre serán inmortalizados
y reinarán durante los mil años del gobierno de Dios en
la Tierra. Entonces será quitada la ceguera de Israel, que perdurará
hasta que toque a su fin la época de los gentiles. Los
cielos recibieron a Jesús hasta el tiempo de restitución de todas
las cosas.
Todos los hasta entonces redimidos, desde aquel día de
Pentecostés, 17 de junio del año 31 D.C., serán sólo las primicias
del plan de salvación. Este designio, pues, consiste en
escoger sólo las “primicias” de quienes han de ser salvos. Estos
están bajo prueba para que, cuando califiquen para ocupar
los puestos de reyes y sacerdotes en el Reino, lleven a cabo la
verdadera salvación del mundo.
Lo que usted debe saber
sobre Pentecostés
Cuando Cristo Regrese
Entonces sí, el Eterno alzará su mano para recobrar el remanente
de su pueblo, Israel (Is. 11:11).
Entonces sí, “el Eterno vendrá con fuego, y … juzgará con
fuego y con su espada a todo hombre… Y pondré entre ellos señal,
y enviaré de los escapados [escapados de estas plagas] de ellos
a los naciones [gentiles] … que no oyeron de mí, ni vieron mi
gloria; y publicarán mi gloria entre las naciones” (Is. 66:15, 16, 19).
Entonces sí, “saldrán de Jerusalén aguas vivas”, y las naciones
gentiles que no escucharon antes “subirán de año en año para
adorar al Rey, al Señor de los ejércitos, y a celebrar la fiesta de los
tabernáculos. (Zac. 14:16.)
Entonces sí, “Vendrán muchas naciones, y dirán: Venid, y
subamos al monte [nación] del Eterno … y nos enseñará en sus
caminos, y andaremos por sus veredas; porque de Sion saldrá la
ley, y de Jerusalén la palabra del Eterno. Y él juzgará entre muchos
pueblos, y corregirá a naciones poderosas hasta muy lejos; y martillarán
sus espadas para azadones … no alzará espada nación
contra nación, ni se ensayarán más para la guerra … En aquel
día, dice el Eterno … el Eterno reinará sobre ellos en el monte de
Sion desde ahora y para siempre” (Miqueas 4:27). Estas palabras
no se aplican a la Iglesia de Dios ahora sino a la gloriosa época
del Reino, después del regreso de Cristo. ¡Cuán extraordinario
es el plan de redención! Adán pecó. Todos hemos pecado. Desde
Adán hasta nuestros días, contemplamos la historia del hombre
sin Dios; la historia del sufrimiento y el fracaso de la humanidad.
Y así Dios, en su enorme sabiduría, ha permitido que los
hombres se demuestren a sí mismos lo pecadores que son, ¡lo
inútiles que son sin la ayuda divina!
Llegará el momento en que, por fuerza, aprenderemos la lección:
que sólo cuando Dios mismo emprenda la salvación de
los hombres, enviando a Jesucristo a reinar con vara de hierro,
podrá ser realmente salvado todo el mundo. Así pues, quienes
están siendo salvados ahora son las primicias de la salvación, y
tendrán el gran honor de actuar como ayudantes de Cristo en la
maravillosa obra de redención en aquel Reino.
Este es el verdadero plan divino de redención, tal como se nos
enseña desde el Génesis hasta el Apocalipsis. ¡Y es totalmente contrario a las enseñanzas populares! Sin embargo, este es el plan
simbolizado por los días santos anuales. Si las iglesias hubiesen
observado fielmente estas fiestas, ¡jamás habrían perdido de vista
el plan, ni habrían caído bajo el engaño de los predicadores falsos!
La Asamblea de Dios del Nuevo Pacto Guardaba Pentecostés
La verdadera Iglesia del Elohim Viviente continuó guardando no sólo los días de los panes sin levadura y la Pascua sino también Pentecostés.
Ello consta en 1 Corintios 16:8; Hechos 20:16.
Si no hubiesen estado reunidos en santa convocación el
primer Pentecostés, cuando todo lo que había de ser abolido ya
no estaba en vigencia, ¡entonces no constara en la Biblia el hecho
sublime que se narra en el segundo capítulo de los Hechos!
Ahora bien, una convocación santa significa una reunión de
la Iglesia convocada bajo autoridad absoluta. Busque la palabra
“convocación” en el diccionario. Es una reunión donde se
ordena, bajo autoridad, que todos estén presentes. El sábado es
una convocación santa semanal. Por lo tanto, se nos ordena que
nos reunamos en ese día. Cada una de estas fiestas anuales es
una convocación santa. La Ekklessia del Nuevo Testamento cumplió
con este mandato. ¿Lo hacemos nosotros?
“Y habló el Eterno … diciendo: … En el mes
séptimo, al primero del mes, tendréis día de
reposo, una conmemoración [no una sombra] al
son de trompetas, y una santa convocación. Ningún trabajo de
siervos haréis” (Lv. 23:23-25).
Aquí se figura el siguiente gran acontecimiento en el plan de
redención del Eterno, cuando Cristo vendrá de nuevo entre nubes,
con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios
(1 Ts. 4:14-17). Será “a la final trompeta; porque se tocará la trompeta,
y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros
[todos] seremos transformados” (1 Co. 15:52).
Si Yahshua el Cristo no regresara a resucitar a los muertos, entonces jamás
ganaríamos la vida eterna. Si no existe la resurreccón, “entonces
también los que durmieron en Cristo perecieron” (1 Co. 15:18).
Al sonar la séptima y última trompeta, Nuestro Salvador intervendrá
directamente en los acontecimientos mundiales (Ap. 11:15-19).
La trompeta es símbolo de guerra. El Mesías vendrá en una época de
guerra mundial, ¡época en que las naciones estarán airadas! Una vez
terminada la obra de segar las primicias (figurada en Pentecostés)
al final de la era actual, entonces Jesucristo comenzará a reedificar
el tabernáculo de David (Hechos 15:16) y alzará otra vez su mano
para recobrar el remanente de su pueblo (Is. 11:11), para buscar y
reconocer a sus ovejas perdidas que los ministros de las iglesias
no han buscado ni salvado durante este período (Ez. 34:1-14).
¡Entendamos exactamente cuándo esto tendrá lugar!
“Acontecerá también en aquel día, que se tocará con gran trompeta,
y vendrán los que habían sido esparcidos [Israel] … y adorarán
al Eterno en el monte santo, en Jerusalén” (Is. 27:13).
¿Cuándo será reunida Israel? Al sonde la trompeta, a la
segunda venida de Jesucristo. Muchas iglesias, por haber olvidado
la fiesta de las trompetas, creen que el regreso de una parte de
los judíos a la Tierra Santa y el establecimiento de la nación hoy
llamada Israel constituyeron el cumplimiento de esta profecía.
El próximo gran suceso en el plan de redención será la intervención
directa de Cristo en los acontecimientos mundiales.
Y quizás esta gloriosa segunda venida tenga lugar, cualquiera
que sea el año, en este mismo día de la fiesta de las trompetas.
¿Quién lo sabe? No podemos asegurarlo; sin embargo, la posibilidad
existe. La crucifixión tuvo lugar el día de la Pascua. ¡Ese
día precisamente! El Espíritu Santo vino para escoger las primicias
de la salvación el día de Pentecostés. Si los 120 discípulos
no hubiesen observado aquel sábado anual, si no se hubiesen
reunido en convocación santa ¿podrían haber recibido la bendición
que es la presencia interior del Espíritu Santo? Jesús nos
advierte repetidas veces que estemos atentos a su regreso. ¿Será
posible que si no estamos observando la fiesta de las trompetas
tal como la verdadera Ekklessia de Dios estaba observando Pentecostés en el siglo primero; no estaremos listos y no podremos subir a recibirlo?
Esto es algo que, desde luego, no afirmamos. No podemos afirmarlo.
Pero sí planteamos la pregunta. ¿No es una posibilidad?
Accedamos humilde y voluntariamente a caminar obedientemente
en la luz.
La fiesta de las trompetas es días de gozo—y es santo para el
Señor, lo mismo que el sábado semanal (Neh. 8:2, 9-12).
Ahora veamos Levítico 23:26, 27, 31, 32. “También habló el
eterno… diciendo … a los diez días de este mes séptimo será el
día de expiación; tendréis santa convocación, y afligiréis vuestras
almas [ayuno] … Ningún trabajo haréis; estatuto, perpetuo
es por vuestras generaciones en dondequiera que habitéis. Día de
reposo será a vosotros, y afligiréis vuestras almas, comenzando
La fiesta de las Trompetas a los nueve días del mes en la tarde; de tarde a tarde guardaréis vuestro reposo”. ¡Asombroso misterio! ¡La unificación con Dios!
¡El hombre por fin hecho uno con su Creador!
Nuevamente, en el capítulo 16 de Levítico, versículos 29 y 31,
donde se explica el simbolismo del día de la expiación, encontramos
que éste fue instituido como día de reposo santo que
debe guardarse para siempre: “Y esto tendréis por estatuto perpetuo:
En el mes séptimo a los diez días del mes, afligiréis vuestras
almas, y ninguna obra haréis, ni el natural ni el extranjero
que mora entre vosotros … Día de reposo es para vosotros, y
afligiréis vuestras almas; es estatuto perpetuo”.
También en Levítico 23:32, la expresión “de tarde a tarde
guardaréis vuestro reposo”. Todo observante del sábado cita este
pasaje para demostrar que el mismo comienza al atardecer. Si
lo creemos, ¿entonces por qué no guardar el sábado al cual se
refiere el mismo texto—el sábado solemne del día de expiación;
que fue establecido a perpetuidad? ¿Es lógico que citemos constantemente
este texto para demostrar cuándo debe comenzar el
sábado y luego rehusemos guardar precisamente el día de reposo
al cual se refiere?